Desde el punto de vista de un arquitecto-urbanista, quiero tratar de forma objetiva, motivos, promotores y programa, que sirvieron de base a planes y proyectos con los que se materializaron casi trescientos pueblos de colonización dispersos por el amplio territorio español.
Para paliar un problema que existía en el campo español y que ahondaba sus raíces y a en el siglo XIX, Franco aprovechó los esfuerzos realizados durante la II República Española al recuperar alguna de sus ideas, como un concurso-proyecto para la construcción de poblados en las zonas regables del Guadalquivir. Un primer paso, junto con las obras hidráulicas, para edificar viviendas donde asentar a los agricultores.
Asimismo, el Instituto Nacional de Colonización (INC), organismo creado para tal fin, tenía similitudes con su equivalente en la República: el Instituto de Reforma Agraria (IRA), algunos de cuyos funcionarios pasaron de éste a aquel.
La reforma agrícola fue el proyecto de mayor envergadura iniciado por la República, dado el peso que el sector tenía. De una población activa de 8,5 millones, prácticamente la mitad trabaja en la agricultura.
La República abordó la relación regadíos y reforma agraria, evocando la necesidad de que el Estado realizase obras para la puesta en riego de amplias zonas, planteándose además la necesidad de construir viviendas para los colonos. Tras largos debates, y la dimisión de Alcalá Zamora, la Ley de la Reforma Agraria se aprobó el 9 de septiembre de 1932.
Cierto es que, los resultados fueron limitados, expropiándose menos hectáreas de las previstas, y asentándose unas 12.000 familias entre 1932 y 1934.
Sin embargo, si incrementó la tensión social, fruto del descontento de los grandes propietarios por las tierras expropiadas y la decepción de los campesinos por las esperanzas depositadas.
El trazado de los pueblos planteados por el IRA, estaba en la línea de lo que después utilizaría el INC, creando un espacio o plaza para los edificios públicos en el centro de una trama ortogonal. La separación de las circulaciones entre peatones y carros fueron las propuestas más novedosas del momento.
Los programas de las viviendas eran casi idénticos y la única diferencia residía en la inclusión del desván, no previsto por el INC. Las necesidades para las dependencias agrícolas eran semejantes: granero, pajar, porche para la maquinaria, cuadra, establo, zahúrda, gallinero y corral. Los edificios públicos previstos eran la casa-ayuntamiento, las escuelas, el lavadero, el matadero, el cementerio y las infraestructuras viarias de saneamiento, abastecimiento de agua potable y alumbrado.
Tras la Guerra Civil, se crea el Servicio Nacional de Reforma Económica y Social de la Tierra (SNREST), antecesor del INC, que contaría con un estructura similar al IRA. Una estructura interna que se mantuvo hasta su reconversión en 1971 en el Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA)
El INC estableció un programa muy completo para el desarrollo de los pueblos, entre los que se encontraba el nuestro. El número de viviendas se fiaba en relación con la superficie disponible de tierras en exceso, que eran las susceptibles de ser cultivadas, en lotes aproximados de 5 a 10 hectáreas. Si había posibilidad de más tierras, se preveía la ampliación del pueblo y algunos equipamientos se estudiaban en función del tamaño final del poblado.
Las viviendas eran mayoritariamente de tres dormitorios; se proyectaban algunas con dos y cuatro, y excepcionalmente con cinco. Las de colonos disponían de dependencias agrícolas: cuadra, granero, pajar y porche. En una segunda fase podían construirse las zahúrdas y el gallinero. Las viviendas de obreros eran más pequeñas y no disponían de dependencias agrícolas.
A partir del número de viviendas se definía el tamaño de los equipamientos. Para un pueblo de tipo medio debían considerar los siguientes edificios:
En los pueblos grandes, se construían además la Hermandad Sindical y el Frente de Juventudes y Sección Femenina.
Un amplio programa para que los colonos pudiesen disfrutar de los servicios adecuados y desarrollar una vida digna, ideado por 28 arquitectos funcionarios entre los Servicios Centrales y las Delegaciones regionales, y casi 80 arquitectos profesionales libres, a los que se les hizo el encargo directamente.
De todos estos profesionales, para terminar, es necesario destacar a D. Francisco Giménez de la Cruz, autor en 1948 de un proyecto incorporado en el expediente 1077, que más tarde se llamaría Guadiana del Caudillo.
José Antonio Ramos,
arquitecto
artículo extraído de la publicación trimestral ACM Guadiana